La oposición enfrenta a la mejor gestión macroeconómica del último siglo. ¿Qué
más pedirle a este equipo de libertarios en tan solo un año y medio y partiendo
de condiciones iniciales sumamente adversas? Lo actuado hasta el momento es maravillosamente
espectacular y debiera motivar sustanciales rotaciones desde otros activos
latinoamericanos hacia la Argentina en especial, dado el castigo que vino sufriendo
en Merval desde febrero de este año.
El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional no solamente tiene la
ventaja de darle a la Argentina un horizonte de mayor certeza y fortaleza para
seguir eliminando las múltiples restricciones con las que convive nuestra
economía desde hace décadas, sino que además genera una impronta con una señal
muy contundente para Wall Street y la misma se refiere a que un acuerdo con el FMI
implica la aprobación de este organismo de que lo que se viene ejecutando a
nivel macroeconómico en nuestro país es muy aceptable y esta señal es
indispensable para que desde ahora se sumen los pibes de Wall Street a
refrendar el modelo comprando pesos, Merval y bonos soberanos argentinos y
llevando a la Argentina hacia un riesgo país de 500 puntos básicos. Por lo
tanto, dicho acuerdo no solamente impacta el stock de dólares del Banco Central
sino que envía una clarísima señal a los mercados financieros internacionales
respecto a la aprobación de una política macroeconómica que se ha sustentado en
principios básicos pero a la vez sumamente contundentes y probablemente nunca
vistos en nuestro país en especial, respecto a la velocidad con la que se
ejecutaron las medidas iniciales y con lo trágica que era la situación al
asumir el gobierno.
Otro tema que es sumamente relevante es que normalmente cuando Argentina
acudió al Fondo Monetario Internacional era porque estaba totalmente en el
horno con temas monetarios no resueltos y dramas fiscales que se agravaban con
el paso del tiempo, tal como acontecía en los tiempos del macrismo, donde un acuerdo
con el FMI llegó solamente para elongar un plan macroeconómico viciado conceptualmente
desde el comienzo. Por lo tanto, todos los acuerdos anteriores de alguna u otra
manera fracasaron rotundamente porque los mismos se ejecutaron para una
economía que seguía contaminada de emisión monetaria, déficit y populismo, tres
elementos claves para asegurar el fracaso de toda estrategia económica. Este
acuerdo actual por el contrario, probablemente es el primero que se estructura
con una macroeconomía en claro sendero de saneamiento y con una Argentina que
hizo los deberes mucho antes de acudir al organismo, lo cual genera una
monumental diferencia con acuerdos anteriores y a la vez eleva sustancialmente
la probabilidad de éxito de este programa que arranca con un país que no lo
necesita pero que lo utilizará para incrementar la velocidad con la que se
vienen ejecutando las transformaciones económicas y en esta “velocidad” será clave
ahora la actitud de Wall Street con un potencial salto de demanda por activos argentinos
que podría llevar al riesgo país a los “500” y con eso permitir a la Argentina
retornar finalmente a los mercados de financiamiento internacional.
Obviamente, este país está pululado por millones de compatriotas que al
vaso lo ven siempre vacío. En este contexto, tendremos largos años en donde si
nos comparamos con Noruega podremos escribir cotidianamente un libro de todo lo
que funciona mal en nuestro país sin recordar que venimos desafiando la ley de
gravedad desde hace casi un siglo. Argentina se convirtió en una máquina
sistemática de hacerlo todo mal, de perder cuanta oportunidad posible nos
ofrecía el mundo y de culminar siempre en el mismo punto: con una brutal crisis
que no hacía otra cosa que hundir en la pobreza a la mayoría de los argentinos
y enriquecer solamente a un puñado de burgueses prebendarios. No es que dicho
desenlace tenga una probabilidad del 0% en la situación actual pero en economía
muchas cosas dependen de la dinámica esperada y en ese frente Argentina
claramente viene haciendo un esfuerzo dual a nivel monetario y fiscal único
desde el retorno a la democracia. A pesar de todo el pesimismo argentino, el
cual abunda y es sumamente común en nuestra sociedad, porque en definitiva
somos un tango que respira y camina todos los días del año, desde Estados
Unidos se premia la actitud de un gobierno que está haciendo lo que prometió
que haría y esto ocurre a la luz de una situación global sumamente compleja caracterizada
por una política tarifaria internacional repleta de incertidumbre todavía que
tendría eventualmente un sesgo negativo para todo lo que sea el funcionamiento
de las economías reales en mercados emergentes dado el impacto que dicha medida
tiene sobre commodites.
Pero aún si la negatividad con la que viene operando el mercado internacional se mantiene y este es un escenario altamente probable para los próximos meses de cara al cierre del primer semestre, los activos financieros argentinos han tenido una underperformance brutalmente elocuente contra nuestros vecinos latinoamericanos: Brasil, México Y Chile. De esta manera, a pesar de que la negatividad persista, el “beta” con el que viene operando Argentina desde los últimos días cambió rotundamente, y esto implica que el mercado internacional está rotando en favor nuevamente de activos financieros argentinos convalidando otra vez el inicio de un bull market que nunca debió haberse abandonado. Recordemos que hacia fines de febrero el mercado internacional comenzó a vender muy agresivamente bonos y acciones argentinas llevando a los principales ADRs de nuestro país aún claro “bear market” del cual ahora está rebotando a velocidad de la luz. Es altamente probable de que a pesar de que existe un sesgo internacional a la venta de activos financieros de riesgo como consecuencia de una guerra de tarifas no resuelta, las rotaciones dentro del espectro emergente siguen favoreciendo a activos argentinos dado que el castigo que han exhibido en los últimos tres meses ha sobrepasado cualquier fundamento razonable.
Comments
Post a Comment