Si las elecciones de octubre favorecen al gobierno se abre un excelente escenario para activos argentinos
Argentina ante la encrucijada del 26 de octubre: todavía faltan un par de semanas para que llegue la elección del 26 de octubre, pero el país entero ya se encuentra al borde de un ataque de nervios para un proceso electoral que viene siendo eterno y sumamente psiquiátrico, como todas nuestras elecciones recientes. Así se vive la política en la Argentina: con una intensidad que roza la histeria y que, cada dos años, transforma al escenario político en un factor de volatilidad extrema. Esta dinámica se ha vuelto tan recurrente que los mercados internacionales ya la reconocen como una fuente de eventos de varios “sigmas” de desviación respecto de su media, o sea, auténticos “cisnes negros” que espantan la inversión de largo plazo, incluso en activos financieros líquidos como bonos y acciones. La raíz del problema es una oscilación política que parece no tener fin y así nos vienen mirando desde Wall Street.
En cada cita electoral, los votantes argentinos insinúan giros bruscos: de un modelo con tintes comunistas a otro abiertamente capitalista, o viceversa. Esta permanente amenaza de volantazo convierte al país en una suerte de “psiquiátrico a cielo abierto”, imagen que Wall Street entiende cada vez mejor y que explica la reticencia de capitales globales a comprometerse de manera sostenida para con la Argentina. El 26 de octubre se perfila, una vez más, como un punto de inflexión. Si el peronismo logra un triunfo contundente, el mercado interpretará un retorno del populismo y, con él, la probabilidad de políticas económicas y monetarias socialistamente expansivas que, a la larga, suelen derivar en desequilibrios severos como venimos demostrando desde hace más de ochenta años. El resultado inmediato sería una fuerte corrección en bonos y acciones locales tal como el mercado vino insinuando en repetidos eventos durante este esquizofrénico 2025. Por el contrario, un buen desempeño electoral del gobierno libertario reforzaría la percepción de que cuenta con la fuerza y el consenso necesarios para acelerar reformas estructurales las cuales son esenciales para subir a la Argentina a un sendero de crecimiento sostenido. En dicho escenario, los activos argentinos, bonos y acciones, podrían sumarse al sustancial rally de los mercados emergentes observado a lo largo de 2025 el cual ha sido muy positivo para la mayoría de los activos de riesgo a nivel global.
El contexto internacional refuerza esta oportunidad dado que la Reserva Federal mantiene una postura laxa tanto en la parte corta como en la larga de la curva de tasas de interés, favoreciendo una licuación del dólar estadounidense y alentando el posicionamiento de carteras hacia activos alternativos. En este marco, los países emergentes encuentran un terreno muy optimista para la valorización de sus activos. Si Argentina logra disipar su incertidumbre política y ratificar un sendero de reformas, el Merval y los bonos soberanos tendrían margen para una recuperación significativa hacia fin de año, una vez dirimida esta imposible incertidumbre electoral. De esta manera, si el resultado electoral fuese pro libertario, se sumaría además al potencial y formidable apoyo que el Tesoro de los Estados Unidos ha comunicado recientemente hacia la Argentina. Un respaldo de esta magnitud otorgaría al país un escudo provisto por la principal potencia mundial y, al mismo tiempo, una señal inequívoca hacia los inversores: si Estados Unidos respalda a la Argentina, ¿por qué no habría de hacerlo también Wall Street? Pero para todo esto falta lo más importante: la convalidación del electorado argentino, el más difícil de todo el planeta.
Una vez más, el escenario internacional ofrece a la Argentina una coyuntura especialmente favorable. Sin embargo, todo dependerá de cómo la mayoría de la ciudadanía vote en las elecciones de octubre. Si el resultado se inclina hacia una opción pro libertaria, es altamente probable que el ingreso de dólares aumente de manera significativa, en un contexto global que huye sistemáticamente de la licuación del dólar estadounidense y ve en las economías emergentes una vía de resguardo reflacionante. Pero también es cierto que los argentinos tenemos una larga tradición de complicarnos innecesariamente y de desaprovechar las oportunidades que brinda el mercado internacional. Pudimos ser Australia, pero seguimos siendo “Peronia”: una tribu obstinada en mantener una economía cerrada y populista frente a un mundo que opera mayoritariamente con lógicas muy distintas y con resultados también diferentes. Depende nuevamente de nosotros lo cual en sí mismo es una tragedia potencial porque siempre que pudimos, chocamos.
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