La economía argentina atraviesa una transformación que excede con amplitud el cambio de un programa de estabilización. Lo que se está reconfigurando es el sistema completo de incentivos, precios relativos y señales económicas que durante décadas distorsionaron la asignación de recursos y erosionaron sistemáticamente la capacidad productiva del país. No se trata de una corrección coyuntural, sino de una mutación de régimen económico. Durante un largo período, la economía funcionó bajo un entramado institucional que privilegió la protección por sobre la productividad, la discrecionalidad por sobre la regla y el corto plazo por sobre la inversión. El resultado no fue solo inflación crónica, sino una degradación sostenida de la competitividad, una estructura productiva frágil y una pérdida gradual del salario real. La inflación no fue la causa última de los desequilibrios; fue su manifestación monetaria más visible. Cuando una sociedad puede acceder a bienes más baratos y de mejor calida...