La suba del oro ocurre en un contexto de
aumento en tasas de interés: escucho a mucho analista amateur atribuyendo el rally
del oro que a su vez, viene siendo acompañado por muchos otros metales, a bajas
esperadas en la tasa de referencia de la Reserva Federal. La realidad es que el
rally de los metales (oro, plata, platino, cobre, aluminio, entre otros) indica
una rotación de cartera con raíces muy profundas y preocupantes que trasciende notablemente
a la coyuntura monetaria y se concentra por el contrario, en el drama fiscal
sin control de los Estados Unidos.
El mercado internacional intenta reflacionar
para escapar de la hiperdevaluación del dólar y hasta ahora lo hizo a través de
S&P y Nasdaq, utilizados preferentemente como refugios de valor. La
pregunta es si Wall Street no estará ya en proceso de rotar hacia activos
relativamente más baratos como los metales. Más que inflación como driver y tal
como fue todo el 2022 y 2023, pareciera que la rotación reflacionaria contra el
dólar norteamericano comienza a ser el principal driver de un 2024 que
encuentra al oro como su “superestrella” frente a un déficit y endeudamiento
norteamericano totalmente fuera de control. Mientras que los amateurs siguen
concentrados en “política monetaria”, el driver del 2024 ha girado rotundamente
hacia la “política fiscal” y es este cambio el que precisamente explica qué
viene ocurriendo en casi todos los metales relevantes, no sólo el oro.
La licuación monetaria es un paradigma que
venimos viendo una y otra vez desde el famoso QE de Bernanke en 2008 para el dólar,
euro y yen, y hasta ahora funcionó muy bien bajo un esquema sencillo pero
perverso a la vez. Los principales bancos centrales del mundo cuyas monedas
todavía se conciben como reservas de valor vienen emitiendo sin límites e inundando
al planeta de moneda papel, detalle que no ha pasado desapercibido por Wall
Street que hasta el momento utilizó al mercado de acciones como su principal
refugio contra la “hiperdevaluación del dólar norteamericano”. Si uno mide por
ejemplo, la devaluación del dólar en términos de unidades de Nasdaq, en marzo
2009 100 dólares norteamericanos compraban 100 dólares equivalentes de QQQ (ETF
que replica al Nasdaq). Hoy, esos 100 dólares originales, solo compran el 5%
del QQQ inicial. Por lo tanto, la moneda papel emitida por Estados Unidos ha
sufrido una magnánima depreciación contra activos reales en este caso,
acciones. Es evidente que la devaluación del dólar no hay que medirla contra
otras monedas sino contra “otros activos” entre ellos, el Nasdaq, aunque
también podríamos incluir criptos en el análisis.
Mucho analista está utilizando el enfoque
equivocado para analizar por qué el oro está subiendo tanto en este último mes.
Según este erróneo razonamiento, el oro sube porque Wall Street anticipa que se
viene una inminente baja de tasa de referencia desde la Reserva Federal. Sin
embargo, el rally del oro se da en una circunstancia donde el petróleo está subiendo,
en donde las expectativas de inflación están subiendo, y en donde el mercado de
futuros de tasa de referencia descuenta un sendero de baja de tasas muchísimo
menos agresivo que a inicios de año. O sea, el mercado de tasas de interés
desde el comienzo de 2024 se puso muy hawkish (restrictivo monetariamente) por
lo que el argumento que intenta explicar el rally del oro bajo la premisa de
tasas de interés bajando es sumamente incorrecto y totalmente contrario a lo
que el mercado de renta fija viene priceando.
La suba del oro se da en un contexto en donde
muchos otros commodities también están subiendo fortísimamente. En estas
últimas seis semanas los rendimientos de los commodities han sido los siguientes:
1) petróleo 13%, 2) gasolina 22%, 3) gas natural 13%, 4) soja 4%, 5) maíz 9%,
6) cobre 10%, 7) aluminio 5%, 8) plata 15% y 9) oro 13%m en contundente
overperformance sobre el Nasdaq. Resulta evidente que el dólar está sufriendo
una corrida contra activos de valor intrínseco, esta vez vía commodities. La razón
se explica por dos dinámicas totalmente fuera de control en la economía norteamericana
y que se correlacionan a “política fiscal” y no a “política monetaria”, como
muchos todavía siguen creyendo.
A. Déficit fiscal fuera de control. Primero, el gobierno del presidente
Biden viene corriendo el cuarto déficit fiscal más grande de la historia desde
la Segunda Guerra Mundial. Segundo, en WWII dicho déficit fue de 28% del PBI. Tercero,
en COVID fue de 15% del PBI. Cuarto, en la crisis de Lehman 2008 fue de 10% del
PBI. Quinto, hoy mismo está a un nivel de 6% del PBI pero con una
particularidad importante: no existe ninguna crisis que justifique semejante
nivel de déficit más allá de una elección en noviembre 2024 que se quiere ganar
haciendo populismo keynesiano.
B. Deuda soberana fuera de control. Primero, en la Segunda Guerra
Mundial, Estados Unidos llegó a un ratio de deuda/PBI de 125% y actualmente, el
gobierno del presidente Biden ya supera el 100% y se estima que para 2030 dicho
ratio alcanzaría un máximo histórico de 130% del PBI y subiendo. Segundo, en el
año 2000, el total de deuda soberana norteamericana era de aproximadamente USD
4 Trillions. Tercero, actualmente en 2024, el nivel de endeudamiento asciende a
aproximadamente USD 34 Trillions. Cuarto, de esta forma en solo “25” años,
Estados Unidos ha multiplicado por “8” su nivel de deuda. Quinto, el stock de
deuda soberana norteamericana aumenta a razón de USD 1 Trillion cada “100” días,
lo cual a su vez, le genera a la Reserva Federal un problema de dominancia
fiscal: “si sigue subiendo tasas de interés, el stock de deuda y los intereses
del Tesoro asociados a dicha política se siguen descontrolando”.
De esta forma y contrario a lo que muchos analistas
comentan, el rally del oro no se debe a la circunstancia coyuntural de baja de
tasas de interés, sino a un concepto estructural de larguísimo plazo y sin
solución mediata: “un déficit y endeudamiento norteamericano totalmente fuera
de control”. Estamos frente a un contexto de “hiperinflación de activos financieros”
que refleja el escape obligado frente a la “hiperdevaluación del dólar
norteamericano”. El driver de este 2024 a pesar de que muchos analistas todavía
no la hayan notado ha cambiado notablemente respecto al 2022 y 2023. Por
entonces era la inflación y la política monetaria de la Reserva Federal. Hoy en
2024, una política fiscal totalmente en descontrol se convierte en la razón que
explica la corrida que podemos asociar a esta frase: “reflación de metales como
escape obligado frente a la hiperdevaluación del dólar norteamericano”.
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