La historia de inflación y política monetaria restrictiva en manos de la Fed comienza en 2020 con el COVID, lo cual obliga a implementar una política monetaria muy expansiva, que luego tuvo consecuencias inflacionarias por lo que el COVID representó una historia en varios tramos. Primero, recesión ocasionada por los cerramientos. Segundo, reacción expansiva de la Fed para sostener una demanda que de lo contrario hubiera colapsado. Tercero, desde fines de 2021 un rebrote inflacionario que tuvo que ser atacado por la Fed. Sin embargo, a esta secuencia de eventos quizá le reste su último efecto el cual se relaciona a la anticipación de una economía que finalmente como consecuencia de toda la restricción monetaria ejercida en estos últimos dos años, comience a mostrar síntomas de debilidad generando desaceleración en la economía real de Estados Unidos y también en la economía global y más aun con una economía china en proceso deflacionario. A la crisis del COVID iniciada en 2020 quizá le reste su último capítulo el cual debiera ser claramente recesivo.
En este contexto, pareciera que el mercado de renta fija comienza a
concentrarse en la debilidad potencial de la economía real de Estados Unidos
que podría estar tomando velocidad y generalidad en los últimos meses. Se
observa una tendencia descendente en la parte larga de la curva, con la tasa de
30 años bajo severa presión y con una pendiente que comienza a negativizarse
con mayor agresividad. Incipiente movimiento por el momento pero para seguir
detenidamente en cuanto al pricing de los bonos y el resto de los activos dado
el efecto que un movimiento agresivo en la tasa de 30 años tiene para el resto
de los mercados. La pendiente de la curva viene mostrando negatividad desde
hace más de dos años por lo que quizá esta vez finalmente la desaceleración de
la economía real llegó para quedarse mutando en potencial recesión, aspecto que
hace mucho tiempo se viene priceando en el mercado de renta fija pero que queda
muy distante para el mercado de équity en especial el Nasdaq, que sigue
subiendo cotidianamente y sin pausa, al exclusivo ritmo de NVDA.
Adicionalmente, buenos datos de CPI (inflación minorista) correspondientes
a mayo 2024 apuntan a una desaceleración inflacionaria en la economía norteamericana
consistente y muy robusta y quizá enfrenta a Wall Street a su próximo drama:
¿desaceleración significativa de la economía real? Lentamente, desde hace casi
ya tres meses, la economía permanece enviando señales múltiples de una lenta
pero a la vez generalizada debilidad de su coyuntura. Si bien no estamos en
presencia de un mercado demasiado “normal” por una permanente contaminación por
FOMO, lo lógico en materia de política monetaria sería esperar que después de
un fuerte rebrote inflacionario como el que vivió Estados Unidos desde 2021
hasta 2023 y que forzó a la Fed a ejecutar una política monetaria muy
restrictiva, una vez lograda una desinflación sistemática como la actual, la
economía real finalmente pague el costo de la desinflación, sufriendo una
recesión como contrapartida.
De esa forma, los dos principales motores del crecimiento global, China y
Estados Unidos, podrían quedar atrapados en una coyuntura potencialmente recesiva.
Si bien el mercado de bonos viene operando con una curva invertida desde hace
ya dos largos años y por lo tanto, permanece convencido enviando señales de
desaceleración, el mercado de équity, sigue fundamentado en un solo driver, el
de “AI”, que pareciera poder neutralizar toda mala noticia emanada tanto de
“inflación sticky” como “recesión cercana”. Resulta claro que el mercado de équity
especialmente el Nasdaq, no tiene descontado una sorpresiva desaceleración de
la economía que terminase por escribir el último capítulo de una larga historia
iniciada en febrero de 2020.
El mercado de tasas largas se acerca a los mínimos de este año con una tasa
de 30 años operando convencidamente sub-4.50% y enviando señales
contundentemente muy “dovish” (laxas) hacia un mercado de équity que si bien
desde el lado de las cíclicas (Dow) viene mostrado debilidad relativa, por el
lado de las tecnológicas (Nasdaq) sigue inmune a los efectos negativos que
podría ocasionar una recesión. Mientras tanto, el gobierno norteamericano viene
implementando una agresiva política fiscal con un enorme gasto público en la intención
de ganar la elección de noviembre sabiendo que Trump viene primero en las
encuestas. ¿Hasta qué punto el riesgo político está descontado en un mercado
indiferente a cualquier mala noticia? ¿El pricing de la recesión va a esperar
al nuevo presidente norteamericano el cual deberá manejar una pesada herencia
de déficit fiscal, endeudamiento y una economía que lejos está de ser todo lo
bien que aparenta?
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