Es tal la locura que se vive en nuestro país que nos obliga inconscientemente a focalizarnos todo el tiempo en los esquizofrénicos avatares que ocurren en esta bendita tierra, muchos de los cuales y a pesar del ruido, culminan siendo inconsecuentes. Es como si todo el tiempo, los argentinos permanentemente se pasasen el día mirándose el ombligo con un nivel de ansiedad y tontera único en el cosmos. El problema con esta actitud sumamente miope e irrelevante es que por mirarnos el ombligo muchas veces nos pasa una vaca volando frente a nosotros y ni nos damos cuenta. En este contexto que borda lo “cotidianamente psiquiátrico”, resulta evidente que Argentina depende muy significativamente de sus exportaciones de productos agrícolas, muy especialmente la soja. Precisamente, por esta particularidad de nuestra notable dependencia al sector externo y a pesar de que la mayoría de los argentinos no lo percaten, la dependencia de nuestra economía a shocks externos es notable. En esta coyuntura de marcada dependencia hacia lo internacional, existen dos dimensiones de shocks muy significativos: 1) “piñas de política monetaria” y 2) “ladrillazos de recesión global”.
Respecto a las “piñas de política monetaria”, cada vez
que la Reserva Federal comienza un ciclo de restricción monetaria (hawkish) como
el ocurrido entre enero 2022 y agosto 2024, suben las tasas de interés de
Estados Unidos tanto cortas como largas, y el país del norte se convierte en
una “mega aspiradora” de dólares, aspecto que suele lastimar muy notablemente a
los mercados emergentes, los cuales son muy dependientes del flujo
internacional de capitales. Por el contrario, cuando la Reserva Federal
comienza un ciclo de baja de su tasa de interés de referencia (dovish) a los
mercados emergentes les suele ir menos mal a menos que dicha baja de tasas de
interés ocurra como consecuencia de una recesión en Estados Unidos, tal como podría
ocurrir hacia fines de 2024 o inicios de 2025. Es importante tener presente que
es muy probable que la Reserva Federal comience su ciclo de baja de tasa de interés
de referencia (dovish) en septiembre de este año.
Entonces, resulta útil analizar los “ladrillazos” que podría
pegarnos la economía global en 2025 y para ello es indispensable analizar la dinámica
que vienen exhibiendo los commodities durante un 2024 muy duro. Al grupo
commodities lo podemos dividir en cuatro clases. Los metales preciosos como el
oro, los cuales no dependen del nivel de actividad global y por el contrario,
suelen performear positivamente cuando se viene una baja de tasas de interés cortas
en Estados Unidos. Del otro lado vienen los energéticos como el petróleo, los
metales básicos como el cobre y los agrícolas como la soja, el trigo y el maíz.
Todos estos commodities relacionados al nivel de actividad global, vienen
teniendo un año muy duro con una muy clara tendencia negativa en especial, los
commodities agrícolas, que son los que más influyen en la capacidad de generación
de ingresos en dólares por exportación para la Argentina.
La principal razón que hasta ahora explicaba lo “pesado”
que vienen tradeando todos los commodities relacionados a actividad global es
la realidad de una economía china que todavía no puede recuperarse del shock
recesivo que implicó el COVID en 2020. De hecho, hasta la actualidad, la economía
china viene exportando “deflación” al resto del mundo fruto de una economía que
crónicamente no puede recuperarse. Al ser China el principal demandante de
metales básicos y agrícolas, claramente se entiende por qué este defecto de demanda
causado por una severa desaceleración en su nivel de actividad afecta hacia
abajo al precio de estos commodities. De esta forma, varios frentes
preocupantes se abren en este sentido. Primero, no pareciera haber evidencia de
ninguna recuperación cercana en la economía asiática. Segundo, también pareciera
que esta debilidad de crecimiento se extiende a Japón y Europa por lo que el concepto
de “desaceleración global generalizada” comienza a ser un escenario para
considerar en 2025. Tercero y el más relevante, existe la posibilidad no
trivial de que la economía norteamericana pudiese también exhibir una
significativa desaceleración que podría incluso convertirse en recesión de
caras al cierre del 2024 y comienzos del 2025. Esta última es la principal razón
que explica el colapso en la parte corta de la curva de tasas de interés observado
desde inicios de julio.
De esta forma, resulta posible considerar al escenario
de “desaceleración global” como uno con razonable probabilidad de ocurrencia
para los próximos doce meses. Si esto ocurriese, claramente la Reserva Federal adoptaría
una estancia muy laxa a nivel de tasas de interés cortas (dovish) pero aun si
dicho escenario se convalidase, quizá podría implicar que nuevamente llegase
tarde para evitar un problema mayor lo cual no sería una buena noticia para economías
emergentes como la argentina las cuales suelen ser negativamente afectadas en
contextos de recisión global. Claramente, los mercados financieros
internacionales están rotando su preocupación esencial desde lo que antes era “inflacionaria”
a lo que ahora comienza a ser “potencialmente recesiva”. Moraleja: no
necesariamente la decisión de una Fed bajando tasa de referencia será bienvenida.
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