Soja 28% abajo en el año para comenzar esta columna de lunes.
Desde el lunes 5 de agosto en donde los mercados abrieron con intenciones de generar un “lunes negro”, los ADRs argentinos han tenido un formidable rally de recuperación y si bien a los bonos no les fue nada mal, claramente no se pudieron subir a semejante euforia. Por un lado obviamente, la renta fija soberana de cualquier país suele tener un beta que en promedio es bastante inferior al de su respectivo mercado de acciones y lo acontecido en activos financieros argentinos para estos últimos días no es una excepción a dicha regla. Pero probablemente lo que más pesa sobre la dinámica de bonos soberanos argentinos se refiere a la incertidumbre en la capacidad de generación de dólares que nuestro país enfrenta en el futuro cercano. Recordemos que la administración anterior culmina su mandato frente a una estrepitosa caída de reservas y regenerar el stock de las mismas suele ser un proceso lento en el mejor de los casos. Resulta clave recordar entonces que las condiciones iniciales en las que este gobierno libertario se hizo cargo han sido “cuasi apocalípticas” y sin embargo, seguimos respirando.
Los bonos soberanos argentinos son especialmente
operados desde New York y el principal driver que motiva la compra o venta de
estos instrumentos se refiere a una característica básica de los mismos: sus “cash
flows son en dólares”, una moneda que Argentina no puede emitir, por lo que
para que se generen reducciones adicionales de riesgo país resulta
indispensable que se pueda definir un sendero consistente y creíble de dólares de
cara a los próximos años. En este frente el concepto de cambio estructural que pretende
este gobierno libertario no solo pondera al agro como principal generador de divisas
extranjeras sino también al sector energético vía el desarrollo de Vaca Muerta,
entre otras cosas. Si alguna vez en nuestra historia decidiésemos hacer algo
bien, la capacidad de generación de dólares por el sector minero y energético de
Argentina es enorme y mitigaría mucha de la dependencia que hoy se tiene para
con el sector agropecuario del cual mama la ineficiencia de toda una nación.
Y es precisamente en este punto, “hacerlo bien”, en
donde Wall Street pone toda su atención y se llena de dudas. Recordemos que la “Ley
Bases” autorizada por el Congreso terminó siendo una expresión muy limitada de
la original. Por lo tanto, es una característica recurrente de esta administración
libertaria la de encontrarse con una oposición que como estrategia base le dice
“no a todo cambio relevante” y para convencer al mercado de que efectivamente
podremos articular un sendero consistente y creíble de generación de dólares a
futuro resulta indispensable un shock estructural al modelo el cual recién ocurriría
a partir del 2025 en tanto y en cuanto este gobierno logre tener una excelente elección
de mitad de término que le permita articular mayorías parlamentarias que hoy carece.
Por lo tanto, resulta razonable imaginar que la prima
de riesgo capturada en bonos soberanos argentinos opere en un muy amplio rango de
cara a los doce meses que se nos vienen. Este gobierno ha tenido logros muy
relevantes y muy a pesar de las escasas herramientas que dispone siendo la desinflación
su resultado más notable pero dicho resultado no deja de ser un tema coyuntural.
Por decisión de una oposición que defiende prebendas del pasado no es posible
implementar un programa que literalmente transforme a todo nuestro sistema
productivo dándole al sector exportador una preminencia que alguna vez supimos
tener por 1930. Solo a partir de transformaciones estructurales es que Argentina
será vista por Wall Street como un país capaz de asegurar con cierta contundencia
un próspero sendero de generación de dólares y estamos muy lejos de poder
generar semejante convicción.
No estamos ahí todavía ni de cerca por lo que el 2025 será
un año en donde desde Estados Unidos observarán con total detalle la capacidad
de este gobierno libertario de poder crecer y empezar a acercarse a generar la mayorías
necesarias para que finalmente Argentina pueda incorporarse a un sendero de crecimiento
sostenido, algo que no podemos hacer en sentido amplio desde hace más de un
siglo. De esta forma, las bajas sostenibles y sustanciales en el riesgo país no
ocurrían por cuestiones coyunturales sino por decisiones estructurales con
impactos de muy largo plazo que para adoptarlas necesitará la aprobación de un Congreso
que por el momento sigue aferrado mayoritariamente a un pasado que literalmente
quebró al país y lo condenó a pobreza extrema. Alguna vez fuimos una nación próspera,
pero llegó el peronismo. Revertir tendencia llevará en el mejor de los casos muchísimo
tiempo.
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