La actual gestión libertaria podría dividirse en dos capítulos, uno definido por el 2024 y el restante por el 2025
Esta gestión partió de muchos puntos críticos heredados del peronismo siendo todos urgentes pero quizá el que más apremiaba era el de una inflación que venía corriendo en diciembre 2023 al 25% mensual, un territorio claramente hiperinflacionario
Hoy en día y a pesar de múltiples distorsiones, la inflación viene bajando convergiendo a una normalización razonable y lo lógico sería imaginar que esta dinámica se mantenga exitosamente de cara al futuro
Noruega, mañana, no vamos a ser, pero vamos saliendo del infierno del 2023, un infierno que tenía sabor a bombo y choripán, una melodía criolla que vino quebrando a la Argentina desde 1945
De esta manera, si se tuviera que categorizar a los objetivos libertarios de política económica en este primer año de gestión resulta razonable elegir a la “desinflación” como el fin primario
Pero a la vez, nunca es neutral inflacionar a un país y mucho menos al ritmo que lo hizo el peronismo, especialmente al final de su gestión anterior
La dinámica económica actual sigue siendo contractiva porque luchar contra la inflación duele pero se viene a la vez una elección de medio mandato en donde el rebote económico será clave para aumentar las chances de un resultado electoral que debe ser bueno porque sin él las mayorías parlamentarias necesarias para implementar las reformas de fondo seguirán sin tener chances
Es en este punto en donde la gestión actual enfrentará lo que muchas otras en situaciones similares de nuestra historia económica: el “huevo o la gallina”. Para aumentar las chances de una exitosa elección en 2025 la desinflación deberá ser fortalecida por un fuerte rebote económico que difícilmente se pueda conseguir sin las reformas que este gobierno propone pero que la oposición sistemáticamente se niega a acompañar
Difícil pero esperanzado, hasta el momento la gestión libertaria es impecable
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