Para un país como la Argentina, que “no puede emitir dólares”, la inversión de curva soberana de bonos denominados en esa moneda tiene un significado completamente distinto a Estados Unidos. La razón es que Argentina no puede emitir dólares por lo que su curva hard dólar por definición queda sujeta a potencial “default nominal”. Entonces, una curva invertida para un país emergente significa que sus tasas cortas son más elevadas que las largas y esto ocurre porque la probabilidad de default asociada al corto plazo es altísima y por lo tanto, el premio a dicho riesgo inminente se paga en el cortísimo plazo. Al ser las probabilidades de default de corto plazo relativamente muy elevadas con todo el riesgo posible devengándose en ese tramo, las tasas de rendimiento de largo plazo no tienen riesgo remanente del cual alimentarse y por lo tanto, resultan en valores relativamente inferiores, originando la inversión.
Interesantísimos cambios de forma
de curva nos esperan para la Argentina de los próximos años y esperemos que sea
en la dirección correcta. A una potencial coyuntura positiva para la Argentina
habría que agregar el hecho de que los principales bloques del mundo han
comenzado con una política monetaria hacia la reducción de tasas de interés, a
la que ahora se suma China, lo que debiera favorecer la demanda de bonos
emergentes. El único riesgo a este escenario es que en 2025 nos enfrentemos a
una recesión global que cause “risk off” y castigo temporal a todo lo que sea
emergente, ya sea bonos y acciones, lo cual no es un escenario para descartar
dados los datos macroeconómicos que se observan desde Estados Unidos, Europa.
Quizá, los sorpresivos estímulos anunciados por China en estos últimos días
puedan cambiarlo todo.
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