Bonos argentinos y una obligada normalización de rendimientos: ¿qué significa la inversión de curva?
Para el caso de bonos soberanos, en cualquier país normal del mundo ya sea emergente o no emergente, sus respectivas curvas de rendimiento tienen pendiente positiva o sea, el rendimiento de un bono con madurez a 30 años supera el correspondiente a uno con madurez a 2 años, por ejemplo. La razón es que cuanto más largo resulta el horizonte de espera, mayor debe ser el premio a dicha espera porque implica mayor incertidumbre. Sin embargo, este principio por momentos se altera y por lo tanto, las curvas de rendimiento de bonos exhiben una patología infrecuente: “inversión” o sea, las tasas de rendimiento cortas superan a las correspondientes a bonos de madurez superior.
Resulta relevante comprender la contundente diferencia entre una inversión
de curva hard dólar para Estados Unidos que para nuestro país. Respecto al
primero, Estados Unidos puede emitir los dólares necesarios para pagar su deuda
soberana por lo que su curva no tiene riesgo de default nominal, el riesgo está
en la licuación potencial pero no en el default como evento nominal. Sin
embargo, Argentina no puede emitir dólares por lo que por definición, su curva
hard dólar es potencialmente defaulteable a nivel nominal como ya aconteció en
varias instancias de gobiernos peronistas de nuestro pasado. Bajo esta
diferencia tan contundente, las implicancias respecto a la inversión de curva
son totalmente distintas para ambos países.
Una inversión de curva para bonos denominados en dólares referido a un país
como Estados Unidos que puede “emitir dólares”, significa el descuento de una
recesión a mediano plazo. La razón es que para países normales, las tasas de
rendimiento nominal en dólares de sus bonos capturan el ritmo esperado de la economía,
el arbitraje entre bonos y economía real es permanente. Entonces, si el mercado
anticipa una recesión, el ritmo futuro de dicha economía se descuenta como
desacelerando y por lo tanto, al descender el costo de oportunidad esperado, las
tasas más largas arbitran y decrecen en relación con las cortas. Ese ha sido el
caso para la curva de Estados Unidos desde julio 2022 hasta hace pocas semanas,
en donde finalmente se desinvirtió. De esta forma, cuando la 10yr yield (retorno
del bono a 10 años) es inferior a la 2yr yield (retorno del bono a 2 años), el
mercado descuenta que el crecimiento promedio de mediano plazo será
relativamente inferior al actual o sea, cuando la recesión es lejana, la curva
se invierte.
Pero para un país como la Argentina, que “no puede emitir dólares”, la
inversión de curva soberana de bonos denominados en esa moneda tiene un
significado completamente distinto. La razón es que Argentina no puede emitir
dólares por lo que su curva hard dólar por definición queda sujeta a potencial “default
nominal”. Entonces, una curva invertida para un país emergente significa que
sus tasas cortas son más elevadas que las largas y esto ocurre porque la
probabilidad de default asociada al corto plazo es altísima y por lo tanto, el premio
a dicho riesgo inminente se paga en el cortísimo plazo. Al ser las
probabilidades de default de corto plazo relativamente muy elevadas con todo el
riesgo posible devengándose en ese tramo, las tasas de rendimiento de largo
plazo no tienen riesgo remanente del cual alimentarse y por lo tanto, resultan
en valores relativamente inferiores, originando la inversión.
Primero, toda tasa de retorno (TIR), es el premio a la asunción un riesgo o
a una combinación de riesgos, siempre, sin excepciones. Segundo, si el mercado
descuenta una alta probabilidad de default en el corto plazo, los bonos más
cortos exhiben tasas de rendimiento relativamente mucho más altas (AL29 bono
que madura en 2029, cerca de 22% de tasa de retorno aproximadamente). Tercero,
dado que dicho evento se descuenta como probabilísticamente cercano, las tasas
de rendimiento más largas ya no tienen un riesgo adicional del cual “alimentarse”
y por eso son menores relativo a las tasas de rendimiento más cortas (GD46 bono
que madura en 2046, ofrece una tasa de rendimiento cercana al 16%, por ejemplo).
Cuarto, si Argentina sigue avanzando en el plan de reformas libertarias y si
los argentinos siguen convalidando en las próximas elecciones el sendero
elegido por este gobierno, entonces la normalización de la curva implicaría que
en algún momento futuro debiera recuperar su pendiente positiva o sea, los
bonos cortos tendrían que subir lo suficiente como para rendir menos que los
largos, así funciona una curva normal de mercado emergente que todavía no somos.
De hecho, la curva argentina queda dividida en dos: Primero, todo lo que
madura antes del vencimiento del primer mandato libertario tiene en general
pendiente normal y positiva (hasta 2027), Segundo, todo lo que madura después
del primer mandato libertario tiene curva invertida (posterior a 2027). Una
curva resulta para aquellos bonos que maduran antes de 2027, fecha en la que
podría culminar el mandato libertario y en este caso la curva es normal en el
sentido que exhibe pendiente positiva. Pero para aquellos bonos que maduran con
posterioridad a 2027 (AL29 22% de rendimiento, hasta GD46 16% de rendimiento)
la curva queda totalmente invertida en más de 600 puntos básicos (6%). En la
medida que el actual gobierno sea exitoso en seguir implementando medidas
ortodoxas en materia fiscal y monetaria, la normalización económica debiera
traducirse también en normalización de curva en el sentido que el tramo
posterior al 2027 debiera recuperar positividad de pendiente y para que ello acontezca,
las tasas de rendimiento de los bonos cortos como AL29, AL30, debieran bajar mucho
más que las correspondiente a los largos. Esto significa que si se tiene un
escenario positivo para bonos soberanos argentinos, el rally de bonos cortos es
una condición indispensable para la normalización de curva.
Interesantísimos cambios de forma de curva nos esperan para la Argentina de
los próximos años y esperemos que sea en la dirección correcta. A una potencial
coyuntura positiva para la Argentina habría que agregar el hecho de que los
principales bloques del mundo han comenzado con una política monetaria hacia la
reducción de tasas de interés, a la que ahora se suma China, lo que debiera
favorecer la demanda de bonos emergentes. El único riesgo a este escenario es
que en 2025 nos enfrentemos a una recesión global que cause “risk off” y
castigo temporal a todo lo que sea emergente, ya sea bonos y acciones, lo cual
no es un escenario para descartar dados los datos macroeconómicos que se
observan desde Estados Unidos, Europa. Quizá, los sorpresivos estímulos anunciados
por China en estos últimos días puedan cambiarlo todo.
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