No entiendo a quienes dicen que en Argentina
faltan dólares. Que el Estado no los tenga, no significa que no haya una montaña
de dólar blue y todos sus primos hermanos en cada colchón de doña Rosa. Sin
emisión de pesos y con liquidación de stocks, se entiende por qué baja la
lechuga, no es tan difícil. En este contexto, el peso se sigue apreciando
contra el dólar al punto de obligar al mercado a plantearse una pregunta
impensada un año atrás: ¿podrá el cepo liberarse en el rango 1200/1300? Los
shocks en stocks y flujos pueden ser impredecibles en especial si Trump gana
mañana las elecciones presidenciales en Estados Unidos. En economía, el
concepto más relevante es el de la escasez y en esta Argentina de hoy, la
oferta real de pesos “se torna relativamente escasa” con respecto a la de
dólares privados.
Argentina seguirá siendo un país que funcionará
anormalmente por largos años, aun haciéndolo todo bien. Después de 78 años de
decadencia interminable, la distorsión de precios relativos que exhibe nuestro
país implicará que seguiremos desafiando a la ley de gravedad por mucho tiempo,
por lo que intentar explicar a la economía argentina desde el marco de un libro
de macroeconomía clásico termina siendo un grave error conceptual y por sobre
todo, un ejercicio formidablemente estéril. Escucho muñecos internacionales
opinar sobre la Argentina con notables sesgos de ignorancia cognitiva. Si no
comiste dulce de leche de chiquito, difícilmente se pueda comprender el delirio
cotidiano en el que vivimos, ese mismo delirio que naturalizamos al punto tal
de ni siquiera darnos cuenta de su existencia. Pero lo irónico a su vez, es que
dicho delirio encuentra a pesar de todo, algún marco de racionalidad.
Habiendo dicho esto, una variable que mucho hablador
de TV ignora es el formidable stock de dólares ahorrados por cada doña Rosa que
habita en esta tierra, lo cual significa una montaña de ahorro privado que escapó
de las garras peronistas/radicales y terminó escondido en algún “colchón” de la
Pampa Húmeda. Esto marca una notable divergencia entre el ahorro en dólares del
sector público, y el correspondiente al sector privado. Mientras nos pasamos
dos décadas dilapidando las reservas del Banco Central (ahorro público), doña Rosa
seguía protegiéndose del peronismo encanutando todo dólar posible (ahorro
privado) y esto ha generado un notable stock de dólares en manos de ciudadanos
argentinos actualmente. De esta forma, en esta Argentina al revés, observamos
una realidad de un Estado que no tiene dólares y de una ciudadanía empachada de
ellos.
Ahora bien, desde la asunción de esta administración
libertaria, la sistemática limitación a la emisión monetaria, combinada de una
inflación mensual persistente, ha licuado formidablemente a la oferta monetaria
real de pesos peronios, de manera tal de que irónicamente hoy en día, “faltan
pesos”, los pesos se vienen convirtiendo en un bien “escaso”, esto es
una de las tantas cosas que los analistas internacionales nunca llegan a
comprender. Si a esto le sumamos la historia de una economía con clara
tendencia recesiva que impacta en la generación de flujos para subsistir,
comenzamos a comprender que muchas de las doñas Rosa de este país incluidas
empresas, se ven forzadas a liquidar stocks de dólares privados encanutados en
algún colchón y esto explica al menos parcialmente, lo que parece ser una
dinámica imposible: el Estado argentino no tiene dólares, pero el dólar no para
de colapsar frente al peso.
La liquidación de stocks encanutados implica
que los dólares ahorrados por privados que se vuelcan al mercado se vienen
convirtiendo en un bien “abundante”. Quizá entonces, la explicación no es
tan complicada, solo con utilizar la ley de oferta y demanda podríamos
comprender al menos una parte de esta aparente inconsistencia. La oferta de
pesos en términos reales se ha reducido considerablemente durante el 2024 y
ante una situación recesiva, mucho argentino liquida sus tenencias de dólares
para reconstruir su capital de trabajo, generando una sobreoferta de los mismos
relativo a pesos faltantes. O sea, mayor oferta de dólares para reemplazar los
flujos del trabajo que todavía no se generan, dada la tendencia a la recesión
que tenemos, y una menor oferta real de pesos, comienzan a explicar esta
persistente y aparentemente paradójica apreciación del peso.
Y en medio de esta realidad, estamos frente a
un formidable proceso de reacomodamiento de precios relativos fruto de veinte
años de inconsistencias K. La eliminación del cepo, evento que no debiera
quedar tan lejano de cara a 2025, será el gran paso para darle a la economía
monetaria un formidable shock de libertad y una herramienta para que las distorsiones
comiencen a desaparecer a velocidad. En un contexto de mayor confianza y de
recuperación de la demanda de dinero, la eliminación del cepo no sería
traumática y por sobre todo: no interrumpiría un proceso de apreciación del
peso que incluso se retroalimentaría gracias a una dinámica de desinflación que
seguirá ganado en velocidad y convicción. Intentar comprender a la Argentina
sin considerar la telaraña de flujos y stocks, “blancos” y “ocultos”, que
conviven cotidianamente, es literalmente imposible. Hoy por hoy, para el
argentino de a pie, al que le cuesta facturar porque sufre la caída de
actividad, los stocks encanutados de doña Rosa mandan y definen parcialmente al
menos, la dinámica del tipo de cambio, un comportamiento mal leído por varios analistas
internacionales.
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