Amigo cuenta: jean en España, tres veces más
barato que en Peronia, campera de lluvia en España, tres veces más barata que
en Peronia , perfume en España, tres veces más barato que en Peronia , zapatilla
en España, tres veces más barata que en Peronia. Estuve dictando clases a
alumnos extranjeros en estos días y les pregunté: ¿qué es lo que encuentran más
caro en Argentina? Unánimemente respondieron: "la ropa".
No le teman a la libertad, por el contrario,
abrácenla. Es imposible estar peor siendo más libres y la apertura económica es
una forma de serlo y si no me creen comparen cómo se vive en Cuba o Venezuela
(comunistas, cerrados y bien pobres) relativo a Australia o Canadá (libres,
ricos y creciendo permanentemente). La economía tiene leyes básicas de comportamiento
y la permanente testarudez de insistir con la preservación de industrias
prebendarias ineficientes representa una violación a las reglas más básicas de funcionamiento
macroeconómico. Así estamos desde 1945, desafiando a la ley de la gravedad cada
vez que podemos.
Argentina es el paraíso del margen peronista:
si te puedo cobrar n veces más caro, ¿por qué no hacerlo? Desde los Estados
Unidos no suenan augurios devaluadores como los que se escuchan preocupadamente
y con cierta frecuencia desde la Argentina proteccionista, esa parte del país
que te vende un bien local varias veces arriba de lo que cotiza en el
extranjero. Dicha sobre-renta sólo es posible por el cerramiento económico que
a su vez, ha generado un notable confinamiento ideológico. El más severo de los
cepos de la Argentina no es el cambiario, sino el mental: “chiquitos, cerrados
y bien pobres”, así nos viene dejando la política tradicional desde 1945. Lo
bueno de todo esto es que a partir de esta gestión libertaria, la apertura
económica gana tracción y permitirá a los consumidores argentinos, que son 45 millones,
simplemente, comprar los mismos bienes mucho más baratos desde el exterior,
aunque a unos pocos miles de prebendarios les pese y mucho. En Argentina, se
enfatiza solamente en los costos de la apertura económica (pérdida de empleo),
sin considerar sus gigantescos beneficios.
Primero y el más importante, “ganan 45 millones de
argentinos”, que podrán comprar desde el extranjero los mismos bienes pero
mucho más baratos. Este efecto "liberaría", y esto es “clave”, una
gigantesca cantidad de recursos que se utilizarían en el desarrollo de otras
industrias, neutralizado la pérdida de empleo original. Aunque mucho argentino
se confunda, los consumidores también generan empleo. La creación de trabajo no
les corresponde exclusivamente a los industriales prebendarios.
Segundo, el gran perdedor es el empresario
prebendario, ese que gracias a la protección puede vender el bien que produce
mucho más caro de lo que cuesta en un país normal del extranjero, en algunos
casos con márgenes impensados en cualquier nación normal. El comunismo kirchnerista
lamentablemente acostumbró a la Argentina a dos excesos imposibles de existir en
un país coherente: brutal sobreimposición al campo y cuantiosos márgenes para
un pequeño puñado de prebendarios favorecidos.
Tercero, pierden los recursos empleados en dichas
industrias, si bien este costo puede ser neutralizado mediante los beneficios
de abrirnos al mundo y reasignar recursos. Y aclaro: la cerradura económica
también genera pérdida de empleo y en ese caso gana uno sólo (empresario
prebendario) y pierden 45 millones de consumidores. ¿Cuánta empresa cerró con
el kirchnerismo? ¿Cuánto ingeniero se tuvo que ir del país por no conseguir
trabajo? Una nación no puede concebirse sobre la base del subsidio y la
protección eterna. Si una industria para sobrevivir necesita en el largo plazo del
cerramiento y abaratamiento cambiario de todo un país, claramente dicha nación
tiene un dramático “error de diseño” y así venimos insistiendo desde hace un
largo siglo, estimulando artificialmente sectores que por definición no son
eficientes, lo cual fue generando una crónica tendencia a la falta de empleo y
a la sobreimposición del campo, un sector cuya presión fiscal supera cualquier
métrica razonable y a pesar de ello, mantiene con su productividad la
ineficiencia de todas las industrias prebendarias. Este severo “error de
diseño” ha convertido a la Argentina en una gigantesca máquina de producir
pobres y unos muy pocos “empresarios” prebendarios ricos. Claramente, el modelo
de sustitución de importaciones nunca sirvió y por el contrario, condenó a este
país a la decadencia crónica.
Lo que se ignora en Argentina es que comprar un
bien más barato genera lo que en economía denominamos “excedente del
consumidor”, lo cual representa un área adicional en la curva de demanda
ocasionada por mayor beneficio al consumir. De esta forma, los beneficios de la
apertura económica superan en múltiplos sus costos. El gran perdedor es “1
empresario prebendario” versus “45 millones de argentinos” beneficiados. Y así
como en el kirchnerismo desaparecieron sectores productivos, en este modelo de
apertura con sesgo exportable también. La industria local de poco contenido
tecnológico y competitivo será el gran perdedor. Los ganadores serán irónicamente,
los grandes perdedores del kirchnerismo, representados por sectores
relacionados a energía, minería, tecnología y campo, los cuatro con potencial
exponencial de crecimiento y generación de empleo. ¿Por qué el campo? Porque
tengo la sensación de que en la medida que Vaca Muerta vaya generando divisas,
las retenciones bajarán significativamente y así viene siendo el caso con la baja
de las mismas anunciada la semana pasada.
Una considerable mayoría de argentinos se
equivoca al comparar la macroeconomía de hoy 2025, con la de presidentes
anteriores. Si Vaca Muerta contribuye en todo lo que se espera, las
restricciones de la Argentina cambian para siempre, lo cual implica que nuestro
país debiera ser entendido desde hoy mismo bajo un conjunto de parámetros
totalmente distintos a los históricos.
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