La industria protegida será la gran derrotada
de esta gestión libertaria. Esa industria que cobra una camisa de baja calidad
tres veces más cara que en Brasil, por ejemplo. La protección es una de las
facetas más perversas del socialismo. Ganan unos pocos y pierden millones de
consumidores. Y así subsiste todavía esta Argentina toda al revés, una nación
en donde el burócrata de turno viene determinando desde 1945 que el campo, la única
fuente eficiente de riqueza hasta que Vaca Muerta funcione en breve a pleno
vigor, financie a una industria local que solo puede sobrevivir por la
existencia de subsidios y un cerramiento crónico que choca contra cualquier
intento de libertad. La libertad es un concepto amplio pero a la vez absoluto:
no podemos ser libres y al mismo tiempo vivir en una economía esclavizada por
impuestos, cerrada al mundo, mega regulada y asfixiada por la existencia de una
casta industrial prebendaria sumamente ineficiente y mantenida permanentemente
por un campo que ya no puede más.
Devaluar solo genera inflación y en Argentina
nunca funcionó. Con el desarrollo energético, el campo perderá la relevancia
que supo tener para generar dólares. En breve, la dominancia de Vaca Muerta con
YPF a la cabeza, debiera liberar al campo como única fuente disponible de
generación de divisas y a la vez, restarle importancia y poder. Esta
administración libertaria intenta terminar con esa Argentina barata en dólares,
esa en la que un turista se compraba todo por dos mangos, esa en la que un
ciudadano no puede viajar más allá de la General Paz, esa en la que salir al
exterior es un lujo reversado solo para la casta política y esa misma en donde la
industria local protegida nos cobra más caro casi todo lo que se puede
conseguir en el resto del mundo mucho más barato. En conclusión: la Argentina de
la protección es el paraíso de los curros locales, esos curros que hicieron
ricos a unos pocos y empobrecieron a 45 millones de argentinos. Esos curros
precisamente son los que siguen pidiendo lo mismo de siempre, eso que nunca
funcionó: devaluación, cerramiento y subsidio.
Ser baratos en dólares desnuda la absurda
anormalidad de un país en donde lo ineficiente se subsidia (industria local) y
lo eficiente se mega castiga (todo el campo) con impuestos confiscatorios, como
son las retenciones al campo, un delirio inconstitucional imposible de imaginar
en cualquier otro país que no sea la Argentina y que esta administración
libertaria probablemente elimine en breve. Un peso devaluado describe a una nación
que literalmente funciona toda al revés y cuya dinámica precisamente prende
cambiarse a partir de esta gestión libertaria. El experimento múltiplemente
fallido de “sustitución de importaciones” viene funcionando pésimamente mal
desde su mismísima creación y como efecto colateral generó una casta empresaria
que siempre que puede pide subsidio y protección, teniendo a todo un país de rehén,
imposibilitado de acceder a esos mismos bienes mucho más baratos en el exterior
simplemente, porque la casta política de turno no lo deja. Este mismo modelo
también esclaviza al único generador de divisas: el campo, uno que paga
múltiplos en impuestos de lo que debiera sólo para seguir financiando a una casta
industrial que no supo desarrollar una existencia independiente y eficiente,
distorsionando y empobreciendo a todo un país para perpetuar su prevalencia.
Un cambio genuino requiere desterrar totalmente
las bases incoherentes en las que viene funcionando esta nación que desde 1945 se
ha convertido en una máquina infalible de generación de pobres. Lo que plantea
el desarrollo de Vaca Muerta no solamente es un cambio en las fuentes
generadoras de dólares sino a la vez, en la esencia básica del poder en la Argentina.
Hasta ahora, industriales ineficientes y chacareros explotados fiscalmente, han
sido las dos vertientes que se vienen disputando el liderazgo en estas últimas
décadas. Ahora aparece un nuevo sector, el energético y minero de la mano de
YPF, con actores totalmente distintos, que irán formateando este país al ritmo
de su desarrollo, el cual promete ser explosivo y sumamente beneficioso para el
país entero. En esta explosión de productividad e innovación energética y
minera veremos probablemente la licuación de una industria local que nos generó
muchas más pérdidas que beneficios y de un campo que siempre dio todo lo que
pudo, pero ya no alcanza.
Lo curioso de todo esto es que el desarrollo de
Vaca Muerta debiera liberar al campo de su obscena carga fiscal pero a la vez
le sacará protagonismo. ¿Estará el campo preparado para empezar a sentirse
menos explotado pero a la vez menos importante? Insisto, si el experimento
libertario sigue saliendo bien como espero, se nos viene un equilibrio
económico, social y político nunca visto en esta tierra, con consecuencias
absolutamente impredecibles. Dice el refrán: “mas vale malo conocido, que bueno
por conocer”. En este caso, me permito desafiarlo: bienvenida sea esta “potencialmente
nueva” Argentina que promete depender de Vaca Muerta y alejarse del equilibrio
anterior, uno que solo supo aumentar la cantidad de pobres de esta república y
enriquecer a un pequeñísimo grupo de industriales protegidos. El mundo entero
comienza a valorar los éxitos de esta gestión libertaria e identificar a YPF
como el instrumento para capturar preponderantemente esta movida.
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