Bajo este modelo libertario, la apreciación del
peso es endógena o sea, es inherente al mismo y en la medida que avance en el
tiempo, mayor será esta tendencia. Este proceso generará sustanciales cambios
de precios relativos que a su vez ocasionarán rotaciones en la asignación de
recursos desde las industrias “perdedoras” hacia las “ganadoras”.
El drama de la Argentina no es el atraso
cambiario, sino el conceptual. El cepo monetario se libera rápido, pero
destrabar al cepo ideológico llevará tres décadas, en el mejor de los casos. El
peronismo ha sido muy exitoso en convencer a millones de compatriotas ingenuos
de que haciéndolo todo mal todo el tiempo, podríamos estar mejor. Mucho
economista local al diagnosticar si tenemos o no atraso cambiario, compara la
situación actual vs la historia. El error conceptual de hacer eso es que la
historia no contiene la contribución de divisas en manos de energía y minería
que ya es una palpable y contundente realidad. En este 2025, esos dos sectores
sumados generarían un saldo neto de 12 mil millones de dólares. Tenemos ya
“otro campo más” y mucho economista todavía no se enteró. Este cimbronazo en el
numerario cambiario generará cambios notables de rentabilidades en donde nuevas
industrias florecerán y muchas antiguas desaparecerán. Es una convergencia
clásica de mediano plazo en equilibrio general para una economía abierta, tal
como aconteció en el kirchnerismo pero con beneficiados y perdedores antitéticos.
Cierto sector del país no comprende todavía que
se intenta culminar con el modelo peronista de producir, uno basado en
subsidios, en sobreimposición al campo, en cerradura económica y un peso
regalado. El modelo libertario intenta imponer un cambio rotundo de precios
relativos comparados con la economía de Perón. Esto a su vez, generará notables
modificaciones de rentabilidades sectoriales en las distintas industrias que
componen nuestro pequeño, débil y sumamente ineficiente aparato productivo. De
hecho, el modelo peronista iniciado en 1945 fue uno que en base a subsidios y
distorsiones múltiples y permanentes generó rentabilidades artificiales en
sectores que nunca podrían haber sobrevivido en una economía normal. Como todo
cambio de modelo, ahora en este periodo libertario, habrá grandes perdedores y
ganadores. Lo que fue rentable en el kirchnerismo, dejará de serlo probablemente
en este nuevo modelo, y viceversa, porque de hecho son posturas totalmente
opuestas. Bienvenido sea entonces este intento de libertad de escoger, de
apertura de la economía y del beneficio para 45 millones de consumidores
cansados de comprar caro en una nación cerrada, protegida, devaluada, sin
variedad y sin calidad.
Los tres motores del crecimiento argentino
futuro: el campo, la energía y la minería. El peso fuerte se va a quedar en la Argentina
y la razón es que Vaca Muerta es ya un máquina sistemática de producir divisas.
El tiempo de la industria ineficiente y cerrada al mundo que le vende bienes
caros a los argentinos pareciera querer terminar en manos de este nuevo modelo
libertario. Ahora se intenta el tiempo de la eficiencia y de la productividad
en manos del campo, de la energía y de la minería, todos ellos, sectores
obligados y acostumbrados por lo tanto, a competir a precios internacionales,
sin necesidad de que el Estado los “ayude” y en su proceso distorsione a todo
un país. Se intenta de esta forma volver al año 1900 con un modelo exportador y
abierto a todo el mundo, neutralizando la tragedia económica que para la
Argentina fue 1945. Si bien, todo lo que se intenta en esta tierra siempre sale
mal, es posible imaginar un futuro mucho más próspero para nuestra nación
fundamentado en la existencia de tres motores formidables de crecimiento
futuro: uno el sector agropecuario, que siempre cumple y ahora dos nuevos, el
energético, y la minería, con la capacidad de competir al máximo nivel
internacional y de igualar en magnitud a las bondades del sector agropecuario e
incluso superarlo en los próximos años.
Si el proyecto libertario sigue ganando
elecciones como espero, se fortalecerá otra vez el concepto de la Argentina
exportadora al mundo, ese que nos hizo grandes por 1900, basado en nuestras
ventajas relativas y no en la insostenible preservación de industrias que nunca
debieron haber existido en primera instancia. Si este fuese el caso,
claudicarían a lo largo del tiempo los sectores locales ineficientes, de escasa
capacidad de crecimiento, de reducida capacidad de innovación y de limitada
capacidad de empleo, abriendo la puerta a los nuevos motores exponenciales de desarrollo.
Para un país que hace ochenta años fue acostumbrado e indoctrinado a perder
para que unos pocos ganen, a muchos argentinos les resulta inverosímil todavía el
hecho de haber descubierto un tesoro bajo tierra (Vaca Muerta) que bien
administrado tiene la capacidad de poder erradicar la pobreza en nuestro país. La
misma ha sido fruto de querer forzar el desarrollo de un sistema productivo de
industrias locales con una crónica tendencia a la ineficiencia, la cual a lo
largo de las décadas se vio plasmada en una notable falta de gestación de
empleo y crecimiento. El sistema de industria prebendaria peronista fue una máquina
formidable de producir pobreza extrema.
Los pocos beneficiados con el sistema anterior
dirán y esperan, que todo esto volverá a fracasar como siempre fue el caso en
la Argentina, augurando una inminente crisis cambiaria. Los muchos que empiezan
a notar los beneficiosos de trabajar y vivir en libertad, bajo una economía que
intenta crecer sin inflación, dirán que esta vez la mayoría de los jóvenes
decidieron ignorar los últimos ochenta años de nuestra historia e intentar algo
diferente. Olvídense de la macroeconomía, olvídense del fenómeno libertario. Lo
elocuente es que la mayoría de jóvenes argentinos ignoran sistemáticamente al
peronismo, y esto no ocurrió jamás en la Argentina. Por primera vez en toda su
historia, el peronismo enfrenta a un presidente "no peronista" con
igual carisma que Juan Domingo. No saben qué decir, no saben qué paro hacer, no
saben qué marcha intentar, porque la calle banca mayoritariamente a este
presidente. La mayoría de los jóvenes argentinos no los escuchan más. Terreno
desconocido, este 2025.
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