Ni chicha, ni limonada. Sería muy útil que alguien le
informe a la mayoría de los periodistas argentinos que, dado que el dólar norteamericano
se está depreciando brutalmente contra todas las monedas del mundo, el peso,
que tiene peg contra el dólar, también. O sea, el peso argentino se devaluó
significativamente en estas últimas semanas ante el silencio sorpresivo de una
prensa local que mayoritariamente exigía devaluación todos los días del año.
Argentina tiene actualmente un “peg imperfecto”
(relación cuasi fija) contra el dólar norteamericano y esto ocurre ante
críticas de que el “peso está muy caro”. Lo interesante es que este “peg”
implica que si el dólar se deprecia a nivel mundial, también lo hará el peso o
sea, la depreciación global del dólar que actualmente viene aconteciendo de
manera muy significativa, genera una depreciación del peso frente al resto de
las monedas (euro por ejemplo), que actualmente se están apreciando ferozmente
contra la moneda norteamericana. Esta realidad eliminaría una de las fuentes
que actualmente presionan a la cotización del peso e impactaría positivamente
en la competitividad de la Argentina, un tema que ha sido muy criticado desde
comienzos de año.
Dada esta “inesperada coyuntura”, resulta
interesante analizar cuáles son las razones por las que el dólar se está depreciando
a nivel mundial. Estados Unidos tiene una tragedia de endeudamiento sobre el
cuello al punto que el ratio de deuda sobre PBI se aproximada a su máximo
histórico alcanzado en la Segunda Guerra Mundial. Por entonces, el
endeudamiento se justificaba en el sentido que Estados Unidos estaba peleando
una guerra. Lo que no se entiende es por qué ahora en 2025, el país del Norte
tenga semejante endeudamiento cuando no hubo ningún evento cercano a lo que fue
la Segunda Guerra Mundial. La historia es muy similar a la Argentina de los
últimos cien años, lamentablemente Estados Unidos es una nación que se
acostumbró a gastar de más y a que el mundo no le cobre esa indisciplina fiscal
que a esta altura de los acontecimientos resulta inaceptable. Lo cierto es que
Estados Unidos está brutalmente sobreendeudado y para renovar el gigante de
deuda que tiene lo tratará de hacer a tasas bajas. O sea, Estados Unidos
necesita que todas sus tasas tanto largas como cortas, bajen y eso es lo que
vino ocurriendo desde comienzos de año en donde toda la curva de yields
norteamericana (curva de rendimiento de bonos soberanos) ha exhibido un colapso
más que notable.
La estrategia que aparentemente viene
utilizando este gobierno republicano es la de “romper” a la economía real y con
dicho rompimiento, generar enfriamiento de actividad que ocasione baja de
tasas. Toda vez que el mercado accionario de Estados Unidos baja, se generan
efectos riqueza muy negativos que afectan al ritmo del consumo en Estados
Unidos y eso es lo que se viene observando desde comienzos de año con un
castigo muy especial al índice estrella de Norteamérica: el Nasdaq. El
escenario base pareciera ser entonces que los republicanos van a romper
intencionalmente a su economía para enfriarla y con ello bajar las tasas de
interés que le permitirán seguir financiando un déficit y endeudamiento impagable.
Romper primero, para rebotar después, tal como lo hizo Reagan en su momento.
A la devaluación del dólar además se le suma
una razón para que se aprecie su competidor más relevante: el Euro.
Recientemente, Alemania anunció la implementación de un programa “mega
keynesiano” de estímulo a la demanda a través de un formidable incremento de gasto
público, lo que ocasionó a su vez, un severo castigo en bonos alemanes,
generando salto de tasas. Bajo esta realidad, el mercado entiende que mientras
que se viene un enfriamiento por el lado de Estados Unidos, se empieza a
incubar un sobrecalentamiento por el lado de Europa, lo que retroalimenta aún más
el escenario de un dólar débil. Mientras las tasas de interés bajan en Estados
Unidos, las correspondientes a la Zona Euro, suben. Este diferencial de tasas
de interés en favor de la Zona Euro exacerba y profundiza la debilidad del
dólar, que a su vez y dado nuestro “peg imperfecto”, agudiza la depreciación
del peso argentino frente al mundo. De esta manera, aquellas monedas que estén “ancladas”
o “cuasi ancladas” al dólar, comenzarán a depreciarse versus el resto de las
monedas con tipo de cambio variable (¿Brasil?) y por lo tanto, ganarán de
manera indirecta una competitividad adicional. Pareciera que la historia del
dólar débil durará unos cuantos meses y la razón es sencilla: en el futuro
mediato se vienen vencimientos muy fuertes de deuda soberana norteamericana y
por lo tanto, las tasas en dicho país deberán seguir bajando aun cuando dicha
dinámica pueda llevar a la economía norteamericana a una recesión. ¿Enfriar hoy
para rebotar mañana?
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