El mercado está obligado a ser una permanente máquina
de rotación reflacionante. La liquidez en cualquier moneda papel es la peor
posición posible debido a que la Fed ha llevado al planeta entero a una toma de
riesgo muy por encima del óptimo de Markowitz y no existe escapatoria posible.
Oro en máximos, Nasdaq en máximos, S&P en máximos, acciones alemanas en máximos,
BTC en máximos y podría seguir con una larga lista de activos reflacionantes
que están marcando máximos históricos (ATHs) no porque sea una maravilla lo que
viene aconteciendo en el planeta sino porque el mundo entero se está corriendo
del dólar para evitar su licuación y contra esa corrida compra activos
alternativos. El rally de estos activos alternativos es la contracara de la
tragedia en las monedas papel, activos que vienen siendo vapuleados por cada
gobierno que intenta exceso de deuda, exceso de gasto y déficit fiscal, tal
como es el caso de casi todos los países del g10 con Estados Unidos a la cabeza
a puro populismo fiscal y monetario. Lo que está ocurriendo con la parte larga
de la deuda soberana de Estados Unidos y Japón muestra el mismo fenómeno. La
tasa de 30 años de ambos países está subiendo y también llegando a maximos de
los últimos veinticinco años porque el mercado anticipa una formidable
licuación futura y por ello exige mayor yield (tasa) a los efectos de compensar
la pérdida esperada. El rally del BTC es la expresión mas contundente pero
claramente no la única, de un generalizado y aceptado colapso en las monedas
papel.
Estamos frente a un incipiente proceso de sinceramiento del mercado hacia los bancos centrales reflejando preferencias por activos capaces de capturar valor real como el oro por ejemplo, y en reconocimiento del absoluto fracaso de las monedas papel que han servido como instrumentos de una sistemática licuación incluso, con perversas consecuencias inflacionarias. A esta emisión monetaria con el único objetivo de reflacionar activos financieros se le suma la de un serio drama fiscal en Estados Unidos con déficits y niveles de deuda que se acercan a los de la Segunda Guerra Mundial, implicando excesos multidimensionales que se asemejan más a un esquema de país emergente que al de un integrante del G10. Hace casi dos décadas que Wall Street comienza a percibir que la realidad monetaria y fiscal de Estados Unidos ha significado en estos últimos diecisiete años una emisión monetaria espuria, un déficit fiscal descontrolado y un endeudamiento que los asemeja a los de un país emergente y obliga a la adquisición de activos reflacionantes para evitar la persistente, sistemática e intencional licuación del dólar norteamericano.
Especialmente
desde el 2008, momento en donde se genera la crisis norteamericana mas grande
de la historia reciente, se puso muy de moda que la Fed emitiese moneda papel
en cantidades épicas y generando como contrapartida una suba exponencial de
activos financieros como una forma de ocultar los severos problemas
fundamentales que padece la economía de Estados Unidos. Esta realidad no pasa
desapercibida en Wall Street que hace años ya comenzó a rotar fuertemente desde
el dólar norteamericano hacia activos con valor intrínseco, tales como
acciones, metales preciosos y muy especialmente, criptos. La mega monetización
encarada por la Fed desde el 2008, sumado a un déficit y deuda de Estados
Unidos fuera de control, ha generado un proceso explosivo y burbujeante de
hiperinflación de activos financieros que no hace otra cosa que reflejar el
formidable colapso en el poder adquisitivo del dólar y esto no está ni cerca de
haber culminado. Es probable que esta rotación hacia metales preciosos y
criptos sea solamente el inicio de un incipiente bull market de largo plazo
ante un mercado que se le planta a la Fed y le dice que emitir
descontroladamente ya no tiene la eficacia que solía disfrutar años atrás. Se
hace útil remarcar el retorno que han tenido algunos activos de referencia
desde el mínimo del S&P en la crisis del 2008 (ocurrido el 6 de marzo de
2009). Si el 6 de marzo 2009 se invertía un dólar en Nasdaq, hoy esos dólares
serían 20 o sea, si en vez de comprar Nasdaq, un inversor se quedó en dólar
efectivo, hoy solamente se compraría el 5% original. De esta forma, el dólar se
devaluó contra el Nasdaq nada mas y nada menos que en un 95%.
El rally del
oro por ejemplo, es la expresión de un mercado que le dice a la Fed que su
política monetaria en las últimas dos décadas ha sido un esquema Ponzi con
activos financieros permanentemente quebrando máximos no por un reflejo
fundamental de productividad creciente sino como la reacción de una corrida global
y muy consciente desde el dólar norteamericano hacia cualquier activo que
permita preservar valor y escapando por lo tanto, de su sistemática depreciación.
La hiper-depreciación del dólar no se concreta si se intenta medirla en
términos de euros o yenes o cualquier otra moneda papel y la razón es que todas
ellas vienen haciendo lo mismo, por lo que ninguna se puede ni apreciar, ni
depreciar considerablemente por sobre la otra dado que los excesos monetarios y
fiscales están en todas las expresiones del g10. Contra activos financieros
reflacionantes, la debacle de las monedas papel del g10 (fiat money) ha sido
estrepitosa y refleja la corrida de un Wall Street que percibe a la Fed como un
perverso generador de inflación de activos financieros, como viene siendo el
caso desde la quiebra de Lehman en 2008.
El concepto
de una Fed lista para actuar y por lo tanto, servir como un seguro implícito al
colapso en los precios de activos financieros, es lo que se conoce como "put
gratis". Un put tradicional es una opción que genera ganancias cuando
el precio del subyacente baja o sea, un seguro a la baja. Los puts
tradicionales son opciones que se compran y por las cuales su tenedor paga un
precio explícito. Distinto es el mundo de los "puts gratis" regalados
por la Fed. En este caso, se le concede al mercado la garantía de que los
precios de activos financieros no caerán debajo de un determinado nivel
nominal, acotando de esta forma pérdidas potenciales. En la práctica opera como
un put tradicional, pero con dos diferencias notables. Primero, a este put no
lo pagó nadie explícitamente, por lo que es un put de prima cero. Segundo, tiene
un precio de ejercicio desconocido, dado que nunca sabemos el nivel a partir
del cual la Fed lo activaría y por lo tanto, en coyunturas de estrés de
mercado, Wall Street presiona al organismo monetario para obligarlo a
intervenir y por lo tanto, a revelar su precio de ejercicio oculto en un
equilibrio de Nash tan complejo como perverso.
Esta actitud
contenedora de la Fed no es gratis en el sentido que genera enormes
distorsiones, unas de ellas el moral hazard y otra, la inflación. En estos
últimos diecisiete años, la Fed dio claras señales de que cuando los mercados
muestran signos de locura está lista para actuar con un misil monetario y activar
el “put gratis”. El moral hazard significa: si nunca voy a perder, tomo
entonces riesgo en exceso del óptimo. Wall Street se acostumbró a esperar de la
Fed un constante estado de vigilancia como sostenedora del nivel nominal en los
precios de activos financieros. Y la Fed no tiene por el momento otra opción
más que aceptarlo e incluso alimentarlo. Bienvenidos a la segunda trampa de
liquidez, una que nos acompañará por el resto de nuestras vidas al ritmo de la
burbuja mas enorme del mercado accionario de Estados Unidos. Moraleja y
obligación: estar comprados activos de riesgo todo el tiempo y a pesar de su
volatilidad.
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